Los franceses no son muy de cócteles, más de champán y vinos. En El amor es un crimen perfecto, Matthieu Amalric es un profesor que se deja seducir por sus alumnas. Una de ellas le invita a un llamativo cóctel, con su sombrillita y todo. Algo que desentona con el ambiente frío de todo este thriller, ambientado en la montaña nevada.
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